Capítulo 6

La orden de los mares

Música
https://www.youtube.com/watch?v=0gmgp1Jv-9Q

Prólogo


La taberna se hallaba más vacía que de costumbre, podía deberse a que la noche había caído o a que el clima no era un aliciente para dar un paseo por la ciudad. El caso es que El Cordero Degollado ya no podía presumir de sus mejores tiempos, los nobles, magos y para qué engañarnos,  los diestros de la magia prohibida, habían sido sustituidos por curiosos y maleantes que habían decidido frecuentarla. 
El tabernero, ensimismado en sus solitarios pensamientos, regresó en sí cuando oyó que varios clientes acababan de cruzar el umbral. Ambos se quitaron las grandes y mojadas capas que les reguardaban de la débil lluvia de primavera que caía en el exterior. El camarero reconoció al grupo, una joven pelirroja acompañada de un hombre de buen porte, pelirrojo también. Por supuesto se trataba de la señorita Leproux y el señor Lévi, ambos clientes asiduos en la taberna. También se percató de que les acompañaba una joven de cabellos rubios y togas blancas a la que había visto anteriormente acompañándoles en alguna que otra ocasión. El grupo decidió tomar la mesa del fondo para disponer así de una mayor privacidad. Los tres tomaron asiento y permanecieron en silencio hasta después de que el tabernero les sirviera las bebidas.
Chantalle miró a Thedya sin atreverse a mediar palabra, el rostro de la joven mostraba dolor y decepción, con los ojos empañados en lagrimas y la mirada perdida. Desde lo ocurrido días atrás, el grupo no había vuelto a reunirse. Giordano y Chantalle entrecruzaron sus miradas tras ver la situación en la que se encontraba la guardiana, si bien todos habían perdido mucho tras lo ocurrido, a algunos parecía afectarles más que a otros.
Chantalle se atrevió a consolarla:
-Querida...-susurró agarrándole la mano con delicadeza.- No ha sido culpa tuya, no debes martirizarte por ello. Es algo que hubiese ocurrido tarde o temprano.
-He fallado.-dijo la guardiana levantando la mirada hacia ambos.- Os he fallado a todos, a todas las personas que se han sacrificado por la orden, por el talismán, me he fallado a mi misma...
-Thedya, Chantalle lleva toda la razón, no podías haber hecho nada por evitarlo, ni siquiera el talismán te mostró lo que estaba a punto de ocurrir.
-Todos somos culpables querida, pero hay que aceptar los hechos, los llantos no nos devolverán el talismán. 
Por unos segundos permanecieron en silencio cada uno recordando lo sucedido.
El tintineo que desprendía el metal de las armaduras de unos guardias que se habían adentrado en la taberna les hizo desviar la atención hacia éstos. Eran tres los hombres que se aproximaron con paso decidido hacia el tabernero. Sus armaduras portaban el azul característico de la milicia Ventormentina. Era extraño que guardias de servicios entraran en una taberna si no era debido a alguna pelea. Los guardias observaron al grupo desde la barra tras el breve dialogo que mantuvieron con el tabernero, y se acercaron decididamente hacia estos. Chantalle y Giordano levantaron la vista cuando estos estaban a pocos metros de ellos.
-Disculpadme.- dijo el caballero que parecía capitanear el grupo, y seguidamente hizo una reverencia de cortesía.- Buscamos a la señorita  Chantalle Leproux.- dijo con tono grave mientras mantenía la mirada fija en los ojos de Chantalle.
Thedya levantó la mirada entonces y observo como Chantalle bebía tranquilamente de su copa.
- Sabéis que soy yo.- afirmó la misma al ver que no le quitaba el ojo de encima, y tras suponer que el tabernero les había solucionado su duda.- ¿En que puedo ayudaros mi general?
- Debéis acompañarnos.
- ¿Por qué razón debe mi señora acompañaros a vos? Creo que debéis darnos al menos una explicación.
El general desenrolló un pergamino y se dispuso a leer:
- Por orden de la corona, la señorita Chantalle Leproux, quedará bajo custodia de la guardia de Ventormenta, y será apresada durante cinco días en las mazmorras de la ciudad hasta que se celebre el juicio...
Chantalle se puso en pie bruscamente interrumpiendo al general con el ruido que produjo el arrastrar de la silla donde se sentaba.
- ¡¿Apresada?!.- gritó y seguidamente tanto Giordano como Thedya se pusieron en pie. - ¡Os exigo que me respondáis de que se me acusa!
- Se le acusa del asesinato de Ephdel Hollow, asesinado en su propiedad y encontrado la noche de ayer.- respondió el general con el semblante serio, y continuó leyendo el pergamino.- Cualquier persona sin distinción de clase y rango que se interponga correrá su misma suerte.- finalizó mirando fijamente a Giordano.
Mientras Chantalle discutía acaloradamente con el general, Giordano observó al grupo de guardias y llevó su mano hasta la empuñadura con decisión hasta que sintió como algo le frenaba. Thedya le agarraba el brazo con más fuerza de la que ella misma creía tener. Este se giró y fulminó con la mirada a la guardiana.
- No cometáis ninguna estupidez, Giordano.- le susurró Thedya.- has oído al capitán, creo que podréis ayudarla más si aun disponéis de vuestros contactos entre la nobleza.
Giordano relajó la mano y obedeció las sensatas palabras de la guardiana. Mientras tanto por su mente se barajaba la palabra traición, y un sinfin de nombres tomaban forma en su cabeza. Desde alguno de sus enemigos del senado, algún miembro del santuario  o hasta el nombre de Marther Strang. Mientras tanto los rasgos y expresiones de Chantalle se habían endurecido, sus manos temblaban por la incertidumbre y el temor de lo que le depararía el destino.
Uno de los guardias hizo ademán de  colocarle los grilletes.
- No hace falta que me tratéis como a un animal, no opondré resistencia pero dejadme al menos despedirme.
El capitán asintió sin perder la seriedad que le caracterizaba, el grupo de guardias se alejó una distancia prudencial, bloqueando la salida de la taberna.
Chantalle miró a ambos con los ojos empañados, ambos se encontraban aún más destrozados que minutos antes.
- Yo no le he matado, lo juro.
- Lo sabemos amor mío, y juro que haré lo que esté en mi mano para descubrir quien es el traidor que nos ha tendido esta trampa.
Chantalle miró a Giordano con esperanzas de que encontrara algo que demostrara su inocencia en estos cinco días que le quedaban. Miro a Thedya a los ojos y le abrazó cordialmente mientras le susurraba algo que solo unos pocos comprenderían:
- No os preocupéis Thedya, todo saldrá bien.- dijo intentando tranquilizar a la guardiana que había comenzado a llorar.- Hacedme un favor guardiana, si las cosas se ponen difíciles y me declaran culpable... decidle a Frederic Kheerne que la única solución para salvarme es ''La llave fantasma'', el sabrá a qué me refiero.
Thedya asintió sin comprender las palabras de la bruja. Seguidamente Chantalle se acercó a Giordano, le acarició la mejilla y le entregó un tierno beso en los labios.
- Amor mio.- dijo Giordano mientras le acariciaba los cabellos rojizos a su amada.- no debéis temer, os juro que moveré cielo y tierra si hace falta para demostrar tu inocencia. Aunque tenga que asediar Ventormenta...
Chantalle le calló con otro beso en los labios.
- Giordano, no sabemos de quien ha sido obra, pero no confiéis en nadie, ni siquiera podemos confiar en el concilio del aquelarre en estos momentos. Si lo creéis conveniente reunid a la orden y al santuario... y actuad juntos.
Chantalle se despidió dolorosamente de ambos y desapareció de la taberna escoltada por los guardias.
Así será amor mio, así será...

La orden eterna se embarcará en una de las mayores aventuras jamás vividas. A bordo de la rosa de los mares cruzarán todo azeroth en busca de la única reliquia capaz de exculpar a Chantalle y consigo a la orden. Pero para ello deberán huir de la justicia, luchar contra corsarios y vencer la terrible leyenda pirata que envuelve ''La llave fantasma''.



Lugares de roleo

Bahía del botín

Gadgetzan
Trinquete
Desierto de la sal
Vashj'ir
Ventormenta
La rosa de los mares

¿Hay enemigos?
Sí 

¿Hay un nuevo artefacto?






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